BREVE HISTORIA DEL MOVIMIENTO ECUMENICO Segunda etapa (1938- )
Esta etapa coincidió con la historia del «Consejo Mundial de Iglesias» (CMI). Su estatuto, fijado provisoriamente en
Utrech en 1938, a causa de la Segunda Guerra Mundial, no fue adoptado hasta la asamblea de Ámsterdam, en 1948.
El consejo se definió, no como una «super Iglesia» o como una «Iglesia mundial», sino como una «comunidad de Iglesias que reconocen a Cristo como Dios y Salvador».
Desde su fundación se han establecido 7 asambleas generales: Ámsterdam (1948); Evanston (1954); Nueva Delhi (1961); Upsala (1968); Nairobi (1968); Vancouver(1983) y Canberra (1991).
En cuanto a la Iglesia católica romana, Juan XXIII produjo un cambio de rumbo con la creación del "Secretariado para la promoción de la unidad de los cristianos", una comisión preparatoria al Concilio Vaticano II que más tarde recibiría el nombre de Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. El 6 de junio de 1960, Juan XXIII designó al cardenal Augustin Bea como primer presidente del recién creado Secretariado.El Secretariado participó en 1961 de la conferencia de Nueva Delhi y fue el responsable de la redacción
de diferentes borradores de documentos críticos durante el Concilio Vaticano II, entre ellos el del decreto Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo.
La Iglesia católica romana, a través del Concilio Vaticano II, estableció, entre otros
puntos los siguientes:
1. El ecumenismo debe ser fomentado por los obispos (Decreto Christus Dominus ).
2. Los presbíteros no han de olvidar a los hermanos que no gozan de plena
comunión eclesiástica con los católicos (Decreto Presbyterorum ordinis).
3. Se ha de cultivar el espíritu ecuménico entre los neófitos (Decreto Ad gentes divinitus).
4. Se exhorta a los católicos a que, reconociendo los signos de los tiempos, participen diligentemente en la labor ecuménica (Decreto Unitatis redintegratio).
5. Los católicos, en su acción ecuménica, deben, sin duda, preocuparse de los hermanos separados, orando con ellos, tratando con ellos de las cosas de la Iglesia y adelantándose a su encuentro (Decreto Unitatis redintegratio ).
6. Es necesario que los católicos romanos reconozcan con gozo y aprecien los bienes verdaderamente cristianos, procedentes
del patrimonio común, que se encuentran entre los hermanos separados (Decreto Unitatis redintegratio ).
7. La práctica del ecumenismo se ha de basar en:
(a) la renovación de la Iglesia como aumento de la fidelidad hacia su vocación, incluyendo movimientos
bíblico y litúrgico, la predicación de la Palabra de Dios, la catequesis, el apostolado seglar, la
espiritualidad matrimonial, etc. (Decreto Unitatis redintegratio ), (b) la conversión interior , (c) la oración unánime por la unidad, (d) el conocimiento mutuo de las distintas Iglesias, con un mejor conocimiento de la doctrina, de la historia, de la vida espiritual y cultural y de la psicología religiosa de las otras Iglesias , (e) la formación ecumenista , y (f) una mejora en cuanto a la profundidad y exactitud en el lenguaje con que se expresa la doctrina de la fe , entre otros puntos.
El nuevo rumbo se profundizó con Pablo VI. En Chile, esta práctica fue conocida desde 1970, cuando el Cardenal Raúl Silva Henríquez aceptó una proposición del Presidente de la República, Salvador Allende para celebrar una Oración Ecuménica, tanto al asumir un Nuevo Gobierno por Chile y se le diera al año siguiente el Carácter Ecuménico al Te Deum que se celebra cada 18 de septiembre.
El 25 de mayo de 1995, Juan Pablo II publicó la carta encíclica Ut unum sint (del latín, Que sean uno), en la cual se instó a la unión de las iglesias cristianas mediante la fraternidad y la solidaridad al servicio de la humanidad. El 30 de mayo de 2004 se fundó la comunidad religioso-ecuménica de los Misioneros y Misioneras del Amor Sacramentado, con un carisma basado en la creación de proyectos sociales que promueven el amor y el servicio. Así, se cuenta entre las visiones nuevas del ecumenismo, dedicada a la atención de diversas obras solidarias en la
comunidad, a las que se suman la presencia de oratorios que invitan a todos a la oración universal y no el debate religioso.
Utrech en 1938, a causa de la Segunda Guerra Mundial, no fue adoptado hasta la asamblea de Ámsterdam, en 1948.
El consejo se definió, no como una «super Iglesia» o como una «Iglesia mundial», sino como una «comunidad de Iglesias que reconocen a Cristo como Dios y Salvador».
Desde su fundación se han establecido 7 asambleas generales: Ámsterdam (1948); Evanston (1954); Nueva Delhi (1961); Upsala (1968); Nairobi (1968); Vancouver(1983) y Canberra (1991).
En cuanto a la Iglesia católica romana, Juan XXIII produjo un cambio de rumbo con la creación del "Secretariado para la promoción de la unidad de los cristianos", una comisión preparatoria al Concilio Vaticano II que más tarde recibiría el nombre de Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. El 6 de junio de 1960, Juan XXIII designó al cardenal Augustin Bea como primer presidente del recién creado Secretariado.El Secretariado participó en 1961 de la conferencia de Nueva Delhi y fue el responsable de la redacción
de diferentes borradores de documentos críticos durante el Concilio Vaticano II, entre ellos el del decreto Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo.
La Iglesia católica romana, a través del Concilio Vaticano II, estableció, entre otros
puntos los siguientes:
1. El ecumenismo debe ser fomentado por los obispos (Decreto Christus Dominus ).
2. Los presbíteros no han de olvidar a los hermanos que no gozan de plena
comunión eclesiástica con los católicos (Decreto Presbyterorum ordinis).
3. Se ha de cultivar el espíritu ecuménico entre los neófitos (Decreto Ad gentes divinitus).
4. Se exhorta a los católicos a que, reconociendo los signos de los tiempos, participen diligentemente en la labor ecuménica (Decreto Unitatis redintegratio).
5. Los católicos, en su acción ecuménica, deben, sin duda, preocuparse de los hermanos separados, orando con ellos, tratando con ellos de las cosas de la Iglesia y adelantándose a su encuentro (Decreto Unitatis redintegratio ).
6. Es necesario que los católicos romanos reconozcan con gozo y aprecien los bienes verdaderamente cristianos, procedentes
del patrimonio común, que se encuentran entre los hermanos separados (Decreto Unitatis redintegratio ).
7. La práctica del ecumenismo se ha de basar en:
(a) la renovación de la Iglesia como aumento de la fidelidad hacia su vocación, incluyendo movimientos
bíblico y litúrgico, la predicación de la Palabra de Dios, la catequesis, el apostolado seglar, la
espiritualidad matrimonial, etc. (Decreto Unitatis redintegratio ), (b) la conversión interior , (c) la oración unánime por la unidad, (d) el conocimiento mutuo de las distintas Iglesias, con un mejor conocimiento de la doctrina, de la historia, de la vida espiritual y cultural y de la psicología religiosa de las otras Iglesias , (e) la formación ecumenista , y (f) una mejora en cuanto a la profundidad y exactitud en el lenguaje con que se expresa la doctrina de la fe , entre otros puntos.
El nuevo rumbo se profundizó con Pablo VI. En Chile, esta práctica fue conocida desde 1970, cuando el Cardenal Raúl Silva Henríquez aceptó una proposición del Presidente de la República, Salvador Allende para celebrar una Oración Ecuménica, tanto al asumir un Nuevo Gobierno por Chile y se le diera al año siguiente el Carácter Ecuménico al Te Deum que se celebra cada 18 de septiembre.
El 25 de mayo de 1995, Juan Pablo II publicó la carta encíclica Ut unum sint (del latín, Que sean uno), en la cual se instó a la unión de las iglesias cristianas mediante la fraternidad y la solidaridad al servicio de la humanidad. El 30 de mayo de 2004 se fundó la comunidad religioso-ecuménica de los Misioneros y Misioneras del Amor Sacramentado, con un carisma basado en la creación de proyectos sociales que promueven el amor y el servicio. Así, se cuenta entre las visiones nuevas del ecumenismo, dedicada a la atención de diversas obras solidarias en la
comunidad, a las que se suman la presencia de oratorios que invitan a todos a la oración universal y no el debate religioso.